Comenzaré presentándome como joven científico, con inquietud por muchos campos de la Ciencia, al que el tiempo se le antoja breve. Ignorante pero curioso, crítico y con ganas de aportar. Y, en los últimos tiempos, también un poco abrumado por la cantidad de información contradictoria —incluso mala, por qué no decirlo, que aparece sobre infinitos aspectos de la vida cotidiana (y no tan cotidiana).

¿Por qué El Jardín de la Ciencia?

A todos nos gusta tener un jardín bonito. Que los vecinos tengan envidia, que quienes nos visitan se sientan cómodos, que aprecien el esfuerzo que hemos hecho para tenerlo todo listo a su llegada.

Sin embargo, esto no ocurre en la Ciencia. Muchos actuamos como si no nos preocupara tener nuestro hueco ordenado y, sobre todo, no fomentamos las visitas de nuestros vecinos. Nuestros vecinos no son sólo nuestra familia y amigos, que también, sino sobre todo nuestros más numerosos desconocidos, la sociedad. Toda esa gente que, quién sabe, incluso podría gestionar nuestros recursos financieros en un momento dado.

¿Por qué ahora?

El día que se me ocurrió esto era invierno, y en el lugar en el que trabajaba (¡un centro del CSIC!) el termómetro marcaba 16ºC porque, por ahorro, no había calefacción y tampoco podíamos utilizar calefactores; por desgracia no se escribe bien con guantes, y ese día me enfadé mucho. Luego me quedé sin trabajo y entendí que la Ciencia se va al garete en este bendito país. Entendí que, en muchos casos, importa más un programa de televisión que el cierre de institutos de investigación. Observé que se destina más dinero al fútbol que a la Ciencia, y que el dinero que se inyecta a un banco coincide con los millones de euros en que una panda de bribones ha reducido el presupuesto para Educación y Sanidad. La educación cada vez es más deficiente en este, insisto, bendito país. Por último, admiro la divulgación científica de calidad, pero la Botánica (al fin y al cabo, a lo que me dedico) está arrinconada y quiero aportar mi granito de arena en su defensa.

Y entonces me decidí a lanzar el blog. Y a hablar no sólo de Botánica, pero también de ella, porque la Botánica es muchas cosas. Es observación, planteamiento y experimentación, claro, pero es también historia, arte, alimentación… La Botánica está en casi cada aspecto de nuestras vidas, incluso en el siglo XXI, y debemos saberlo. Y, después de saberlo, correr a contarlo.

Sobre mí

NombrePablo.          Edad26 años (y subiendo)

Reseña biográfica: Madrileño de pura cepa, mis primeros pasos fueron un fenómeno social en Móstoles, aunque a los seis años mi familia echó raíces en un pueblo de la sierra noroeste madrileña. En 2010 me licencié en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid; durante el curso 2010-11 afronté un Máster en Biodiversidad en esta misma universidad, y hasta hace poco (finales de 2012) compartía mi tiempo entre el Real Jardín Botánico de Madrid-CSIC, donde trabajaba en Flora Ibérica, y la Unidad de Botánica del Departamento de Biología de la UAM, donde trataba de hacerme un hueco en una disciplina tan llamativa —y a la larga adictiva —como la Sistemática de plantas tropicales. Luego llegó la crisis, y todo cambió. Suspensión de pagos en el CSIC, no continuación de la vinculación con el RJB, final de etapa en la UAM, futuro incierto… ¡Qué os voy a contar! Así que, mientras dejo por aquí escritas algunas de mis inquietudes más científicas (y quizás otras no tanto, todo se andará), sigo buscando mi hueco en la investigación.

Así pues, ya con todo explicado… ¡Sean, sed bienvenidos a El Jardín de la Ciencia!

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 «La duda de un hombre sabio se funda siempre sobre una buena razón; o, por lo menos, sobre numerosas apariencias que equivalgan a esa buena razón.»

(H.-S. de Cyrano de Bergerac. Viaje a la luna)